miércoles, 28 de julio de 2010

CRÓNICA 1 - HISTORIA DE LA IGLESIA

LOS CAMPAMENTOS

Por César Sánchez Martínez

La palabra “campamento” era sinónimo de buena vida en el campo, respirando aire puro y contemplando la naturaleza que Dios creó. También era la gran oportunidad para recibir nuevas bendiciones, porque en los días del retiro, los jóvenes reflexionaban sobre sus vidas y el ministerio cristiano. Incluso, algunos tomaban la decisión de servir al Señor a tiempo completo. Es decir, estudiar en el Seminario Bautista del Perú que está en Trujillo y convertirse en pastores o misioneras por el resto de sus vidas.
Los padres ahorraban dinero para enviar a sus hijos a los campamentos de verano y los jóvenes buscaban la forma de trabajar para financiar su retiro con trabajos que realizaban en casas de creyentes o dedicándose al comercio de diversos artículos. Algunos muchachos pintaban casas, limpiaban garajes o vendían pescado en el mercado del Callao. Este cronista recuerda haber pintado más de una vez la casa de la familia Aranda – Villanueva y trabajar en la Escuela de Decoración Interior de Miraflores (Ex EDIM, ahor Escuela de Arquitetura y Decoración de Interiores) por recomendación del diácono Marcelo Aranda Pérez..
Los jóvenes, varones y mujeres, esperaban con mucha expectativa los campamentos que generalmente se realizaban en el mes de febrero. Era el “premio” que todos aspiraban. Estos retiros siempre se desarrollan en las instalaciones del “Campamento Buenas Nuevas”, ubicado en el pueblo de Cruz Blanca, distrito de Aucallama, provincia de Huaral, lugar donde sigue funcionando en la actualidad. 
Los pinos que inicialmente rodeaban al campamento y que ya no existen fueron sembrados por los otrora jóvenes de la iglesia de Callao, cuando era pastor Clarencio Burnette Taylor en los años setenta. Pero, los campamentos juveniles no eran de una sola iglesia, sino de varias congregaciones, sobresaliendo la Primera Iglesia Bautista del Callao y la Iglesia Bautista Central de Tawantinsuyo, que aportaban la mayor parte de los camperos.
Las demás congregaciones pertenecían a Salamanca, Independencia, César Vallejo, La Victoria y San Luis. Otras pequeñas iglesias también concurrían. Todas estas congregaciones pertenecían a las iglesias bautistas independientes. No participaban las iglesias bíblicas bautistas y bautistas del Sur. Ellos tenían sus propios campamentos en Chillón y Chosica, respectivamente.
Siempre había un coro lema que era la canción de moda hasta meses después de realizado el campamento. Ese coro era entonado hasta en la cama. El retiro duraba de lunes a sábado, pero durante la semana seguían llegando los jóvenes a la sede de “Las Buenas Nuevas”.
LA FOGATA
El día viernes era el indicado para la realización de la fogata. Previamente se cortaban troncos y preparaba la leña para esa actividad que empezaba después de la cena. Al son de las guitarras, los jóvenes cantaban alrededor del fuego. Las bancas de la capilla se acomodaban a cierta distancia del fuego en forma de círculo. La capilla era una carpa, tipo circo "Tony Perejil".
No importaba si la noche era “estrellada” o sin estrellas porque el fuego calentaba los cuerpos, pero el Espíritu el alma. Esa noche había permiso para quedarse hasta tarde. Los creyentes compartían sus experiencias, dando testimonio de lo que Dios estaba haciendo esos días en sus vidas.
Cada participante, al final del testimonio, realizaba la clásica tradición de tomar un leño y tirarlo al fuego, dando a entender que se “quemaba” la vida pasada. Entre canciones, testimonios y fuego, dedicaban su vida al Señor.
LOS JÓVENES
Entre los jóvenes de los años finales años setenta que daban testimonio en las fogatas, estaba el actual pastor de la iglesia del Callao, Oswaldo Amico Contreras. En los setenta ésta experiencia ya lo habían realizado ministros como Elmer García, Walter Espinoza (Salamanca), Marco Pizán (Huaraz) y Arxaphad Braithwaite Carlin (Estados Unidos), entre otros.
Jóvenes de los ochenta que en su momento tomaron esta decisión fueron Venancio Barreto Guerrero, Pedro Sánchez Meza, Reynaldo Molina, Félix Paiva Benites, Bernabé Vega Espejo, Samuel Vega Espejo, José Luis Gómez Vargas (Nueva York), Salvatore Tripi Laynes (Londres), Lorenzo Gómez Vargas (Nueva York) y por supuesto quien escribe esta nota. Años antes lo habían hecho Julio César Quintana Iglesias (pastor), Roger Valdez, Rómulo Gómez, Esmerler Urbina, Oscar Icochea, Roberto Icochea, entre otros.
A finales de los setenta e inicios de los ochenta también lo hicieron Juan José "Monino" Fernández (Estados Unidos), Antonio Meza Cortés (pastor), Juan Pinto Barrios (Brasil) Luis Camogliano Caycho (pastor), Esteban Polo Wood, Juan Polo Wood (Ahora Contralmirante de la Armada Peruana), Felipe Polo Wood (Estados Unidos), Ángel Motta Chanamé, Juan Maldonado Reynaga (pastor en Chincha), Raúl Torrejón Macedo (pastor en Bolivia), Percy Castro Arechaga (pastor de la Iglesia Bautista de Gracia, Vista Alegre en Surco), Fernando Albarracín (pastor en Brasil), Oscar Cruzado Martínez, (pastor del ministerio cristiano en Washington), Benjamín Espino, y Enrique Cruzado Martínez, entre otros.
LAS SEÑORITAS
Entre las señoritas de la iglesia de Callao estaban Alejandrina Álvarez (Esposa de Venancio Barreto), Gladys Luque (Esposa de Ángel Motta), Maritza Luque, Emérita Concha, Maritza Olivares, Vilma Bejarano (Esposa de Gregorio Mogollón), Elizabeth Bejarano (Canadá), Emilsen Reyes (Esposa de José Luis Gómez), Gloria Maldonado (Esposa de César Quintana), Paquita Fernández Lara (Esposa de Juan Maldonado), Katherine Reyes (EE.UU.), Clotilde Guillena, Miryam Aranda Villanueva (EE.UU.), Milagros Braithwaite Carlin (Esposa de Juan Polo), Elizabeth Braithwaite Carlin (EE.UU.), Gladys Odicio Egoavil, Marina López Trujillo (Argentina), Mercedes Valqui García, Rosa Amelia y su hermana Mirian Macarena Quilcat Amasifuén (Venezuela), entre otras creyentes.
También de la iglesia de Callao participaron de los campamentos Mariela Aranda Villanueva, esposa del reverendo Rodolfo García Saavedra, y Marcela Aranda Villanueva, esposa del pastor y psicólogo, Arxaphad Braithwaite, todos ellos involucrados en el ministerio cristiano en los Estados Unidos.
Sin embargo, entre las señoritas de otras iglesias, hubo creyentes “íconos” que por su fe y dedicación en la obra eran muy respetadas por los chalacos. Entre aquellas hermanas estaban Carmen Espinoza y Carmen Farfán, las dos “Camuchas”, ésta última estudió en el Seminario Bautista del Perú (Trujillo). Ellas, conjuntamente con Gladys Chau, eran miembros de la Iglesia Bautista de Salamanca.
Por la Iglesia Bautista Central de Tahuantinsuyo destacó Olinda Arellano, quien después se casó con el reverendo Oswaldo Amico Contreras, pastor de la Primera Iglesia Bautista del Callao. Olinda, pertenecía a una de las principales y numerosas familias de Tawantinsuyo. El entonces pastor Silvio Salinas (padre del pastor Benjamín Salinas), solía decir que la mitad de su congregación era la familia Arellano.
EL BANQUETE
Era común que el día jueves se realicen los “banquetes” en el campamento. Era una versión menor de los banquetes primaverales. Los jóvenes invitaban a una chica, que generalmente pertenecían a otras congregaciones. Es día, la cena era especial y el comedor se adornaba para la ocasión.
Por cierto que también era común que algún joven asistiese vestido con terno y corbata, pero con zapatillas. El lugar justificaba todo. Es muy probable que en esas cenas Inter-iglesias surgiese alguna relación más amical en el futuro que terminaba en el altar.
También se acostumbraba que algunos jóvenes cantasen serenatas a las señoritas en la puerta del pabellón de ellas. Esa noche todo era permitido, siempre y cuando no se violen las normas establecidas con anterioridad.
En algunos campamentos, los jóvenes arrojaban a la piscina al director del mismo que siempre era un pastor. Eso se hacía cuando el director era muy condescendiente con los jóvenes.
LAS INSTALACIONES
En esos años no había templo. Se usaba una carpa gigante tipo circo de barrio que se instalaba donde actualmente se estacionan los automóviles.  Tampoco había muros. Las diversas plantaciones de las chacras vecinas se observaban desde cualquier lugar.
Era “prohibido” que los camperos salgan de los límites del campamento, señalado por los pinos, para coger alguna fruta de los terrenos ajenos. Esta norma casi nunca se cumplía, porque a vista de todos lucían radiantes y exquisitas las manzanas, naranjas, mangos, paltas, duraznos y plátanos. Muchos jóvenes, salían a probar esas frutas de las chacras vecinas. Aún esa actitud negativa formaba parte de la aventura en los campamentos.
Una de las anécdotas que recordamos es aquella donde un grupo de jóvenes bromistas concurrieron a la Plaza de Armas de Aucallama vociferando en voz alta como si se tratara de algo que sucedía ahí. La gente salió alborotada y los jóvenes asustados por la broma, lo único que les quedaba, era precisamente correr como descosidos que lleva el viento. Entre éstos jóvenes estaban Samuel Vega, Marcial Benites y el cronista.
Otra anécdota fue un caso de exorcismo que ocurrió en la vida de una señorita. Poseída por las fuerzas del mal fue finalmente liberada por el poder de Dios. El reverendo Rodolfo García fue la principal herramienta que el Señor usó para glorificar su nombre en estos hechos que motivó la conversión y consagración de todos los camperos.
El campamento fue y siempre será en la vida de los jóvenes un tiempo especial que nunca se olvidará, aún con el paso del tiempo.
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