sábado, 23 de agosto de 2008

TANTOS AÑOS HAN PASADO

¡34 y 38 AÑOS!
Cuando llegué a la Primera Iglesia Bautista del Callao en febrero de 1974, tenía 17 años de edad. Por cierto que no era nuevo en la vida cristiana. Provenía de la entonces Misión Bíblica Bautista de La Pascana, congregación donde asistía desde 1970, cuando la Iglesia Bíblica Bautista del Bosque abrió esa obra en el populoso distrito de Comas.
Recuerdo que desde niño (6 años de edad, año 1963), mi tía Perla Tarazona, una de las pioneras de la iglesia del Bosque, me llevaba conjuntamente con mis primos a esa iglesia y de vez en cuando visitábamos a la nueva congregación del Callao, inaugurada por el misionero Clarencio Burnette Taylor, algunos años antes. De tal manera, que mi vinculación con la iglesia chalaca data desde 1963, aunque mi membresía es desde 1974.
Es muy probable que haya tomado una decisión por Cristo cuando era niño, especialmente con tía Perla quien nunca dejó de hablar del Señor a cuanta gente se le cruzaba en el camino. En la actualidad, mi amada tía, quien cumplió 90 años de edad el 21 de mayo de este año, es miembro de la Iglesia de Paterson en Nueva Jersey (Estados Unidos), donde también asisten Beto Campos y su esposa Sara Rivera, y ahora Orlando Rivera y su familia. Mis primas Elsa Tarazona de Gargurevich y Lisette Tarazona también se congregan en esa iglesia.
No obstante a cualquier decisión que haya tomado de niño, mi conversión la hice en La Pascana en 1970 con la ayuda del pastor Maguiña cuando realizaba una campaña y pastoreaba la misión Joe Lingo y después el misionero Williams. Sin embargo, consagré mi vida en Callao, el 7 de julio de 1974, bajo el ministerio del reverendo Rodolfo García. Es decir, tengo 38 años de creyente, de haber renacido en Cristo, y 34 años de congregarme de manera ininterrumpida en la Primera Iglesia Bautista del Callao.

He aprendido muchas cosas en la vida y también muchas experiencias en los caminos del Señor. Todo lo que se y lo que soy se lo debo sólo a El, como dice el himno "Tributo a Dios". Doy gracias a mi Dios por concederme cada día ver la luz de un nuevo día y por las diversas pruebas y aflicciones que como creyente las asumo con hidalguía, pero no porque sea valiente, sino porque estoy aprendiendo que mi confianza debe estar siempre en Dios y no en cosas materiales.

En estos 46 años que cumple la iglesia, he querido recordar muchas cosas. Recordar y agradecer a Dios por la vida de tanta gente que me brindó su ayuda, oró por mí y en algunos casos, hasta me disciplinó. Mi eterna gratitud a tía Perla y a mi madre Natalia, su hermana, quienes desde niño me inculcaron las cosas del Señor. También a mis primos Gloria, Eduardo (Papitín), Elsa y Lisette Tarazona, en quienes siempre su inclinación al ministerio y qué bueno que hasta ahora persistan en la fe.

También mi gratitud al pastor Rodolfo García, probablemente un segundo padre para mí. Muchas de sus canas tienen mi firma. Asimismo recuerdo con mucho cariño a don Marcelo Aranda y su amada esposa Elea. Cuantas veces estuve en su casa y hasta trabajo tenía para mis gastos personales.

La familia Vega es muy especial para mí. Cuanta veces he charlado con Bernabé en las vísperas de Año Nuevo hasta el amanecer. Ingresamos juntos a la universidad. Personalmente he visto la mano de Dios en la vida del pastor Vega, desde su conversión el 28 de julio de 1976 hasta el ministerio los grupos universitarios y en la iglesia misma. De Sammy y Rebequita guardo muy buenos recuerdos, pero sobre todo, bendiciones de nuestro gran Dios. De Ruth, ni hablar, la tuve como mi alumna en la Escuela Dominical. Mención aparte merece doña Julia Espejo de Vega. De ella he aprendido mucho de su vida, de sus hechos y de sus oraciones. Por cierto que en este grupo ya se han sumado por añadidura Rossy, Mayela, Darío y Marco Polo.

De los jóvenes de mi época recuerdo con mucho cariño y es motivo de gratitud al Señor por permanecer fieles al Señor, al pastor Oswaldo Amico, así como Pedro Sánchez, Venancio Barreto, Alejandrina Alvarez, Gladys Luque, Maritza Luque, Clotilde Guillena, Angel Motta, Noemí Del Risco y Emérita Concha, entre otros que asisten a nuestra iglesia. También Maritza Olivares y cómo olvidar a mis "alumnos" de la Escuela Dominical: Lourdes Yori, María Elena Quintana, "Taito" Quintana y Blanca Carhuaricra, ésta última ahora Directora del Colegio El Fundamento.

Por cierto que hay muchos que siguen fieles pero en otras congregaciones y países. Que el Señor retribuya en la vida de estos hermanos su bendición por permanecer fieles a El. Sería larga la lista que tendría que hacer. Me gozo por tres de mis hijos espirituales que ahora son pastores. Me refiero a Oscar Cruzado Martínez, Luis Camogliano Caycho y Juan Maldonado Reynaga.

Ahora no tengo un ministerio específico en la iglesia, aunque el creyente no debe esperar tener un cargo para trabajar en algo. Basta con ser cristiano para tener mucho trabajo por hacer. Sin embargo, quiero compartir una carga que desde hace algunos años realizamos creyentes de diversas denominaciones evangélicas y es motivo de algunos viajes por provincias y extranjero, aprovechando que estoy por esos lugares.

Nuestra carga es por los profesionales, especialmente por los periodistas no cristianos. Hemos compartido nuestra fe en algunas iglesias, empresas, universidades y organizaciones académicas, no solamente presentando el evangelio desde una perspectiva histórica, sino desafiando a los profesionales cristianos a usar las herramientas que Dios nos ha dado: Tecnología, Conocimiento y Experiencia.

Por ahora trabajamos en áreas focalizadas como Comunicación (Ejm. Cómo la iglesia puede usar las herramientas que tienen los medios de comunicación), Educación (Ejm. Cómo elaborar historias para la Escuela Dominical y cómo familiarizar a los alumnos de colegios religiosos con el mundo de las letras) y Gestión Empresarial (Pequeños negocios desde la óptica de las microfinanzas como parte de la misión integral de la iglesia).

No se si el tiempo alcance para lograr nuevas metas en mi vida. Pero mientras viva, seguiré sirviendo al Señor en aquello que me dio como talento. No deseo esconder esa riqueza bajo tierra, sino hacerla producir a 30, 60 y 100 por ciento.

TESTIMONIO DE CESAR SANCHEZ MARTINEZ

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